18 de Enero 2008

sin título

Él avanzaba despacio, muy despacio, sintiendo cada partícula del peso inerte de ella sobre los brazos.
El humo se elevaba gris, oscuro, por detrás de su cabeza, mientras las lágrimas surcaban lentas sus mejillas, desde sus ojos abiertos de par en par, como silenciando un grito.

Llamaradas de fuego se perdían a su espalda, crujidos de metal ardiente, estruendo de metralla y alaridos desesperados quedaban silenciados mientras avanzaba, erguido, digno, lleno de hollín. Una mano protegía la mejilla de ella contra su pecho, frágil, absurdamente hermosa en mitad de todo aquel kaos, el otro brazo la sostenía con toda la fuerza sobrehumana que da la adrenalida por la cintura, las piernas le colgaban y bamboleaban sin vida contra la camiseta hecha girones que cubría su torso.

No podía más, la expresión de su cara era un despiadado signo doliente de interrogación, porqué decía silenciosamente, porqué, decían sin parar sus pupilas, quietas, vacías, brillantes como un arcoiris en mitad de un huracán. La barba de un par de días y el pelo desordenado estaban llenos de ceniza. Ella no tenía ni una sola mota de polvo, él la había limpiado de todo cuanto pudiera empañar su belleza, la apretaba contra sí aspirando el calor que se le perdía con la convicción de que antes se dejaría deshollar a balazos que soltarla.

El mundo se había parado mientras andaba, había dejado de existir.

Ésa misma mañana él había preparado sus cosas mientras ella le cogía por detrás y hundía sus rizos en su cuello. Había dejado todo bien atado en el carro que los dos caballos tenían que remolcar, se había sentido anonadado una vez más por la imagen de ella, esta vez a las puertas del que había sido su hogar. Había renunciado a intentar defender lo que era imposible de hacerlo ante una guerra en la que ellos no tenían nada que ver.

Y ahora estaba ahí, ciudadano de ningún lugar, su patria si es que alguna vez la había llamado así ya no existía, sus recuerdos habían sido borrados de la faz de la tierra con las bombas que silbaban en el cielo, navío a la deriva, no le habían dejado ni una sola vela entera, la única razón por la que había aceptado vivir en este mundo que no entendía rota e insignificante entre sus dedos, como una mota de polvo que no importase a nadie. Toda su vida había pasado a ser una mota de polvo que alguien había decidido barrer por algo parecido al dinero y la crueldad humanas.

Finalmente gritó. Gritó ahí en mitad de la nada. Su boca por un momento fué la de un dragón, un escalofrío que recorrió el alma del mundo, un relámpago gigantesco. Lleno todo de su sonido desgarrado.
Ahí fue el momento donde perdió toda lógica, toda razón, toda su alma.

Paso tras paso que daba su sangre se iba haciendo más dolorosa, más hiriente. Su mente sólo pensaba en una cosa. Dedicaría cada segundo restante a matar a aquellos que le habían hecho aquello. Y cuando ese infierno que tenía en lugar de lo que había sido su alma, disuelta por el dolor, le devolviera algo de lo que antes había sido se suicidaría, si no le mataban antes.

LLevaba a cuestas todo el cadáver de su existencia, y sólo él podía comprenderlo.

//16 enero '07//

Escrito por Atlanthis 2:26 PM | Comentarios (0)

16 de Enero 2008

25

Recuerdo cuando ella me decía tomando un ron con cocacola ó dentro del coche de su padre, "ya estoy a las puertas de los 30" con cara semi angustiada.
Ha pasado mucho desde que mi paisa (cuando aún lo era) me decía aquellas palabras que ahora recuerdo. Tanto, que ahora soy yo la que mañana cumple 25 años, y ella creo recordad que este año sí que cumplirá los 30.

Qué cosas. Es una edad tan...simétrica...Entre los 20 y los 30, justo ahí, en mitad. ¿En la mitad de ninguna parte ó todo lo contrario?

Sí, ya sé, de verdad que lo sé, que hay mucha gente que si leyera ésto pondría el grito en el cielo porque 25 años no son nada. Que sí, que lo sé, con 30 ya sólamente echas de menos en cierto sentido los 25 y si una niña tonta te dice que se traumatiza por cumplirlos te dan ganas de mandarla a tomar por culo (y que no le guste, claro).

Pero no es eso, en serio, yo no me traumatizo, no tendría sentido, los 25 son demasiado buena edad para traumatizarse. Pero es que yo soy la niña que odia los relojes, que le pone de los nervios el paso del tiempo y su fugacidad y los instantes a los que ya no puedes volver a acceder (sólo en tu cabeza y en fotos) y toda la historia. Soy la niña que cuando cumplió los 20 ya se emocionó porque cumplía nada más y nada menos que 20. La niña a la que le daba pánico llegar a vieja (y ahora me encantaría llegar y tener un montón de nietos alrededor, lo que son las cosas).
Así que, ¿que esperais? ¿que no diga nada sobre los 25?...antes tendría que cortarse Aznar el bigote y ahogarse con él.

Eigual estará harta de mis mjes al móvil sobre lo efímero que es el tiempo, lo extraños de cumplir años y etc.

Pero sí, son importantes, porque a los 25 ya se espera que tengas tu vida más o menos encarrilada, en uno u otro sentido mental. Que sepas qué quieres y qué no quieres de ella. Que has hecho en el pasado y qué quieres hacer con el resto. Se me puede decir que éso pasa con cualquier edad, cualquier día de la vida de una persona, pero yo creo que hay un punto de inflexión donde ésas preguntas ó certezas se dan en mayor medida y tienen una mayor importancia, y creo que eso es antes de los treinta, empieza con los 25 y acaba más o menos en los 28.

Lo cierto es yo tengo clara la dirección de mi vida, estoy felizmente casada, acabando x fin la carrera, pensando más en serio en todo ésto de escribir (aunque ya no me pareceré a Arturo Perez-Reverte ni a Javier Marias ni publicaré mi primera obra a los 20), sintiéndome más o menos en consonancia con el mundo y con mi lugar en él. Pero éso no cambi lo que digo. Es un punto de inflexión donde puedes mirar los 25 años que llevas en el mundo y lo que has hecho con una perspectiva mejor que la de años anteriores. Es un número más redondo.

Yo estoy satisfecha con lo que veo atrás. Con lo que he escrito aquí, lo que he vivido, pensado y sentido, y todo lo que he visto. En el futuro quiero viajar más, escribir más, tener un trabajo que me guste, seguir enamorando a mi pareja cada día y arreglar los asuntos e ideas pendientes que llenan mi cabeza.

Quiero darle un cambio de aires a este blog (hoy he cambiado los enlaces, x cierto).

Supongo que lo que pasa también es que soy una melancólica incurable, como he dicho siempre en estas crónicas perdidas. Y en mi lucha contra el tiempo, me produce éso, melancolía ver todos los recuerdos que se van acumulando detrás de mí, no porque no me haga feliz el hecho de acumularlos (al contrario, quiero tener 100 años de edad y seguir acumulándolos, ó mejor, hacerme inmortal cuál vampiro) sino porque me cabrea que el tiempo sea así, que sólo te deje volver a ver ésos momentos con los ojos de la memoria...aunque esa memoria tenga imágenes y sonido...sin el resto de los demás sentidos y la sangre.

Escrito por Atlanthis 3:46 PM | Comentarios (3)

18 dic 2007

Pasó la mano por encima de las sábanas de la cama deshecha del hotel. La tela revuelta blanca tenía un tacto áspero.

Caminó hacia una de las mesitas de noche, se detuvo justo antes de llegar y se giró cara a la ventana, cuyas cortinas eran también blancas, sólo un par de visillos. Después dió media vuelta, tocó una bola de madera del remate del final de la estructura que contenía la cama. Se quedó pensando un instante, cabeza baja, mientras parecía como si acariciara su superficie curva.

Se sentó tocando ligeramente de puntillas el suelo sobre el travesaño horizontal. Sus ojos tenían firmeza, pero no miraba hacia ningún lugar. Bueno, sí, miraban hacia algún punto impreciso entre las tres o cuatro baldosas del suelo que tenía delante, y la pared blanca, al final, con lo único que rompía la yerma superfice, un cuadro en acuarela de un mar con una barca pesquera a punto de zarpar.

Acababa de perder la virginidad en aquella cama.
Todo había sido tan rápido.

Sintió un extraño escalofrío, a la vez que sentía todo el cuerpo, en especial las manos, tremendamente caliente. Llevaba puestos unos vaqueros y una camisa con algunas manchas en los puños y en el cuello, nada que le importara en aquel momento.
La estancia emitía una fuerte sensación de vacio, como si realmente fuera algo que no existiera de verdad, una foto ó algún retazo de un sueño ya perdido a medias después de despertar. Parecía llena de aire, como un globo a punto de explotar, pero no había ningún cristal ni puerta abiertos. El silencio pendía de un hilo en aquella inmensidad cristalina, un hilo que iba de lado a lado de la estancia, de esquina en esquina formando una madeja que podría cortarse con un cuchillo como si fuera mantequilla.

Suspiró casi imperceptiblemente.
Demasiado rápido, volvió a repetirse.

Se metió una mano en el bolsillo del pantalón, rebuscó un poco, encontró lo que quería y lo apretó. Estaba frío y esa sensación en la palma de la mano le gustó. Ese contraste.
Afuera, en la calle, había voces, murmullos apagados por la altura, coches, ruidos, sirenas. Pero allí arriba todo era otro mundo, como el espacio dentro de una bola de cristal de ésas que pones bocaabajo y caen unos pedacitos blancos al techo curvo y luego vuelves a poner al derecho y entonces cae la nieve sobre un paisaje. Aquello también debía ser frío, irreal.

Como los besos que acababan de tener lugar hacía una cantidad imprecisa de tiempo, pues no llevaba relog. Tal vez unas horas, quizás años por cómo se sentía o mejor dicho, cómo no se sentía, aunque todo hubiese sido fugaz. Como las manos que fundían pedazos de aire, y de sudor, y de piel caliente en gestos que se diluían, y diluían entre los dos cuerpos.

El silencio también invadía el pasillo exterior a la habitación, el resto de corredores, las otras habitaciones, el edificio entero.
No oía nada. Sólo miraba las tres ó cuatro baldosas de suelo que tenía delante, y las manchas de sangre que ya casi se habían coagulado encima de ellas. Afuera, los policías que esperaban detrás de la puerta con las muestras y las fotos tomadas, buscaban lo que tenía entre los dedos, la llave con la que había desgarrado el cuello de la chica con la que se había acostado.

Tendrían que esperar un poco más. Todavía no tenía claro porqué lo había hecho.


//escrito el 18 dic 07//

Escrito por Atlanthis 3:19 PM | Comentarios (0)

3 de Enero 2008

Aprendiendo a conducir en Navidad

Hacía tiempo que no veía nada tan extraño como verme a mí al volante de un Renault con logotipo de autoescuela (sin obviar el manojo de gritos de los conductores enfadados detrás mío por mi velocidad precavida en ciudad). No deja de ser estimulante y a la vez una gran fuente de ansiedad encontrarme en esta situación.
A veces me recuerdo al chico que va con Willy Toledo en Cuestión de Sexo...

Pero me gusta. Que le vamos a hacer. Pensaba que no, creí que no...pero sí. Me gusta.
Me falta dominar las rotondas, la "otra derecha" por la que no suelo meterme, que no se me cale el motor al ponerme nerviosa frente a un stop, no ir cortando las flores de las jardineras que ponen a los laterales de las avenidas...
En fin, que aún no he estado a punto de matar a nadie y estoy feliz por ello.


a8.jpg
Audi R8


El otro día ví el documental de Al Gore "Una verdad incómoda" (dvd que recomiendo desde luego), y pensaba que las personas somos gilipollas. Sí. El ser humano somos el único ser vivo al que le importa una mierda destruir el medio donde vive (a única excepción de los virus y/o parásitos que matan e infectan otro organismo sucesivamente, y que yo sepa de momento no hay otros planetas que podamos colonizar).

Y somos gilipollas también por dejar que tipos como Bush gobiernen un país, más gilipollas aún los que le votaron, gilipollas nosotros y el personal de los gobiernos que pasan y olvidan olímpicamente que vivimos en un planeta que se puede ir a tomar por culo (que ya se está yendo a juzgar por las gráficas que nos enseña el notas en el dvd), por no hablar de cómo permitimos que viva la gente en muchos lugares de él (veásen los últimos desalojos en los barrios marginales de Madrid y Cádiz, por ejemplo, gente que no tiene literalmente donde meterse ahora, y si lo encuentran los volveran a tirar por no decir cómo vivirán allí).

Porque no siempre pensamos en la consecuencias de nuestros actos. Realmente la mitad de las veces no se piensa que vayan a tener consecuencias (que nos importen directa e hirientemente sobre todo).
El tío que se ha tomado 2 cervezas, 3 vasos de vino y 4 cubatas después de la cena de Navidad de la empresa y coge el coche, la familia que se va de excursión al monte y se deja tirado el plástico del chópped, las latas de cocacola, las latas de atún...(yo dudo que sea porque así creen que está más bonito el paisaje).

El señor que es dueño de una empresa millonaria y no tan millonaria al que se la suda que un niño en África ó en Almanjáyar (polígono donde los haya, éste de Granada) se muera ó le pege un navajazo a otro porque ésa es su educación. Al que se la suda el vertido en mitad del mar niputaidea a tomarporculo de su casa en el que con más o menos porcentaje a influido. A nosotros tambien nos la suda. Ninguno hacemos nada.

Hace dos siglos la gente hacía unas revoluciones de la ostia para que no les subieran el pan.
Y destronaban a los reyes que no les servían (obviando el pequeño detalle de los fusilamientos ó la guillotina, ejem).

Reconozco que no son todos estos unos pensamientos muy navideños, que no es que no los tenga, pero es que es verdad, ahora todo el mundo te manda al móvil el típico mensaje que ni siquiera han escrito ellos deseándote paz y felicidad en 2008 y está muy bien, pero lo bueno sería que no se quedara ahí. Que al empezar el año te hicieras de médicos sin fronteras, ó te hicieras la promesa de no volver a coger nunca el coche después de haber bebido ó de ser más crítico no sólo con tus palabras sino con tus actos con todos los que mueven los hilos de este mundo, ó de no tirar la lata de atún vacía al campo cuando te vas con la novia, los niños ó los colegas.
Estaría genial que exigiéramos en el trabajo que bajaran la calefacción, que no hace falta estar en manga corta en la oficina.

FELIZ 2008

Escrito por Atlanthis 3:29 PM | Comentarios (0)