7 de Abril 2008

déjame ser

Déjame ser, sólo eso
lo que soy.
Nada más,
a ser posible
nada menos.
Ese sonido de jazz,
ese estruendo de guitarra,
ese atardecer limpio e inolvidable,
ese trueno eléctrico,
esa voz de palabras eternas.
Abrázame, que tengo frío,
del mundo,
de la oscuridad.
Olvida conmigo los miedos
que no suelo pronunciar.
Déjame ser lo que soy,
caricia lenta y caliente,
chocolate derretido por tu cuerpo,
constante pregunta,
rotundo misterio a medias.
Ese silencio a veces,
esa certeza en la mirada,
esas nubes volando tranquilas
por el cielo raso,
azul,
esa canción en tus labios,
esa poesía perfecta
que estos dedos siempre intentan escribir.
Lléname de tu paz,
la que guardas para mí,
hasta el infinito.
Méteme en el centro de tí
y de tus pasiones,
entretéjeme en tu corazón
y no me sueltes.
Déjame ser, sólo eso
lo que soy,
entre tus brazos.
Esa historia de amor para vivir,
ese relog al que no le gusta el tiempo,
esa noche rabiosamente estrellada,
esa chica que sencillamente te quiere.
Esa carretera hecha para conducir sin prisa,
esa fotografía para recordar,
y mirar una y otra vez sin cansarte,
ese otro árbol diferente en mitad del bosque,
esa promesa que siempre,
cumpliré.
Comparte conmigo todos tus amaneceres,
sé conmigo la chica más feliz de la ciudad.
Hazme tu país, tu elección, tu hogar,
píntame a modo de bandera
con una jauría de besos.
Déjame ser lo que soy,
sólo eso,
una mezcla de tu alma y la mía.

Escrito por Atlanthis 10:47 PM | Comentarios (5)

Viento

Cuando te estás quedando atrás,
y lo sabes.
Cuando la sangre ha empezado a brotar
y tu perplejidad no la va a parar.
Sientes ése cosquilleo existencial
que va absorbiendo tu alma
de fuera a dentro,
dejando el aire en jirones esparcidos inconexos
que flotan alrededor,
entre tus dedos,
y tú no tratas de agarrarlos
símplemente los ves pasar,
girar, desenvolverse,
rozar tus ojos abiertos.
Cuando la soledad de lo que podrías ser
se mece en la certeza de lo que no será,
de que las palabras que se lleva el viento
soplan muy lejos,
y tú no puedes correr tanto como para alcanzarlas.
Sin llegar a esbozar un silencio que lo ilumine,
el presentimiento de que ha pasado
se hace sólido, intocable,
algo que tenía que haber sido algo más que un soplo
no ha pasado de ser una sensación que recuerda
a algo así como al viento,
ése que sopla en las tardes serenas de primavera,
que acompaña los crepúsculos inolvidables de verano,
que te eriza todo el vello de golpe, violento, sin entenderlo.
Cuando tú te permites verte a tí misma
y no estas convencida del reflejo que queda,
cuando sencillamente, quizás, esperas más.
Otra cosa, algo más grande, algo mejor,
un sueño que se sueña a sí mismo y se hace fuerte,
real, imposible de no ver.
Tal vez tú te paras ante tu propia normalidad
y esa vacuidad te corta,
en un lugar totalmente desprotegido e íntimo,
inalcanzable,
ésa normalidad perpleja te dispara
y te empieza a vaciar de dentro a fuera.
Cuando empiezas a dudar de si todos los pasos,
tinta, vertidos
te van a llevar al lugar que buscabas.
Tal vez toda esa tinta vertida no vaya a ser suficiente
para borrar del papel toda esa normalidad
que quieres ocultar,
es posible que para brillar con esa luz
que pretendías encontrar,
nunca ninguna tinta que tú escribas vaya a ser suficiente,
tal vez tu brillo sea otro,
tal vez baste con que alguien, Ella, lo vea
y lo acepte en su vida,
como el guión de una novela que relees y relees sin que nunca
te llegue a bastar.
Tal vez toda tu tinta sólo tenga que brillar vertida en su regazo
y entre tus dedos.
Pero cuando te cuesta entender el mundo
y tú única manera de hacerlo es hundirte en la paz de sus ojos
y en la tinta de palabras líquidas que hablan por tus dedos,
a veces sientes que ése mundo
sería genial que abriera todas sus corrientes y sus vientos
a ésa, tu sangre.
Te gustaría que impregnara todo igual que impregna tu vida,
que la gente la tocara en las aceras
y la reconociera como tuya,
incorporándola a sus maletas.
Y ahí, cuando te topas con tu propia normalidad,
sabes que te estás quedando atrás porque tal vez nunca
una sóla gota de tu tinta
llugue hasta donde tu quieres.
A iluminar por completo el cielo del atardecer,
a quedarse en las palabras prestadas que todos tomamos de otros,
a hacer entender el mismo mundo que les da vida,
sentido ó sin sentido,
a otros,
a volar, altas, libres, orgullosas
proclamándo tu inmortalidad escrita en ellas
a los cuatro viento.
Cuando persigues algo enorme
sueles mirar al cielo como inalcanzable
porque acaso lo sea
si no te esfuerzas lo suficiente en volar;
no existe el tiempo para aprender.
Cuando el viento sopla lo arrastra todo.

Escrito por Atlanthis 10:46 PM | Comentarios (0)