7 de Abril 2008

Viento

Cuando te estás quedando atrás,
y lo sabes.
Cuando la sangre ha empezado a brotar
y tu perplejidad no la va a parar.
Sientes ése cosquilleo existencial
que va absorbiendo tu alma
de fuera a dentro,
dejando el aire en jirones esparcidos inconexos
que flotan alrededor,
entre tus dedos,
y tú no tratas de agarrarlos
símplemente los ves pasar,
girar, desenvolverse,
rozar tus ojos abiertos.
Cuando la soledad de lo que podrías ser
se mece en la certeza de lo que no será,
de que las palabras que se lleva el viento
soplan muy lejos,
y tú no puedes correr tanto como para alcanzarlas.
Sin llegar a esbozar un silencio que lo ilumine,
el presentimiento de que ha pasado
se hace sólido, intocable,
algo que tenía que haber sido algo más que un soplo
no ha pasado de ser una sensación que recuerda
a algo así como al viento,
ése que sopla en las tardes serenas de primavera,
que acompaña los crepúsculos inolvidables de verano,
que te eriza todo el vello de golpe, violento, sin entenderlo.
Cuando tú te permites verte a tí misma
y no estas convencida del reflejo que queda,
cuando sencillamente, quizás, esperas más.
Otra cosa, algo más grande, algo mejor,
un sueño que se sueña a sí mismo y se hace fuerte,
real, imposible de no ver.
Tal vez tú te paras ante tu propia normalidad
y esa vacuidad te corta,
en un lugar totalmente desprotegido e íntimo,
inalcanzable,
ésa normalidad perpleja te dispara
y te empieza a vaciar de dentro a fuera.
Cuando empiezas a dudar de si todos los pasos,
tinta, vertidos
te van a llevar al lugar que buscabas.
Tal vez toda esa tinta vertida no vaya a ser suficiente
para borrar del papel toda esa normalidad
que quieres ocultar,
es posible que para brillar con esa luz
que pretendías encontrar,
nunca ninguna tinta que tú escribas vaya a ser suficiente,
tal vez tu brillo sea otro,
tal vez baste con que alguien, Ella, lo vea
y lo acepte en su vida,
como el guión de una novela que relees y relees sin que nunca
te llegue a bastar.
Tal vez toda tu tinta sólo tenga que brillar vertida en su regazo
y entre tus dedos.
Pero cuando te cuesta entender el mundo
y tú única manera de hacerlo es hundirte en la paz de sus ojos
y en la tinta de palabras líquidas que hablan por tus dedos,
a veces sientes que ése mundo
sería genial que abriera todas sus corrientes y sus vientos
a ésa, tu sangre.
Te gustaría que impregnara todo igual que impregna tu vida,
que la gente la tocara en las aceras
y la reconociera como tuya,
incorporándola a sus maletas.
Y ahí, cuando te topas con tu propia normalidad,
sabes que te estás quedando atrás porque tal vez nunca
una sóla gota de tu tinta
llugue hasta donde tu quieres.
A iluminar por completo el cielo del atardecer,
a quedarse en las palabras prestadas que todos tomamos de otros,
a hacer entender el mismo mundo que les da vida,
sentido ó sin sentido,
a otros,
a volar, altas, libres, orgullosas
proclamándo tu inmortalidad escrita en ellas
a los cuatro viento.
Cuando persigues algo enorme
sueles mirar al cielo como inalcanzable
porque acaso lo sea
si no te esfuerzas lo suficiente en volar;
no existe el tiempo para aprender.
Cuando el viento sopla lo arrastra todo.

Escrito por Atlanthis..... 7 de Abril 2008 a las 10:46 PM
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