21 de Noviembre 2003

Intervalos

7:53 am
Mi padre me despierta abriendo la puerta de mi habitación de golpe. Con un ojo medio abierto y otro medio cerrado saco un poco la cabeza debajo de la manta. Qué le deje xxx euros, que tiene que pagarle al tío de los hierros (estamops de obra) y ayer no sé acordó de sacar dinero. -Despiértate, ya, venga, que tengo prisa-. De alguna extraña forma automática (no sin pensar que sería más saludable para mis neuronas que bajara el tono de voz) llego hasta el armario, cuento el dinero y se lo doy. Él baja volando los escalones y yo cierro la puerta, haciendo mentalmente la cuenta de las horas que me quedan para irme a la facult mientras me meto en la cama otra vez.

8:12
Los albañiles deciden que dar martillazos y serrar es la mejor forma que tienen de empezar la mañana. Me hundo en el edredón hasta las orejas y más allá.

8:45
Pepe (el maestro albañil) se siente contento x sus menesteres, el sol o la compañía de sus hombres, y se pone a cantar flamenco. No me siento muy "conectada" con su alegria mañanera...

10:45
Suena la alarma del móvil -alguna zona de mi mente lo interpreta como "el puto móvil", y se enciende-. Está situado en la estantería para obligarme a levantarme.
Salgo de la cama como una exhalación después de unos segundos de confusión -tal vez desconcierto-, diciendo: Joder...no, joder...joder mierda. En pie cojo el móvil con una mano que no siento, mirando una cama que de pronto me parece extraña, ajena, y el alma envuelta en la sorpresa y la jodida sensación de que el sueño del que he salido a mitad no sea la realidad. Observo sin mucha atención que hay un intento fallido del pin -yo no había tocado el móvil desde la noche, ni nadie-, cometo otro -algo que nunca me pasa- y me quedo mirándolo antes de devolverlo a su sitio como si fuera un objeto no identificado de otro planeta o algo irreal, no mucho más existente de lo que yo misma me siento en ese momento.

Se me pasa x la cabeza la idea de quedarme una hora más -ir sólo a las prácticas- y volver a meterme en el sueño...pero es fugaz, ya no va a ser lo mismo, ya está pérdido -ostias-, tengo que ir. Me siento absurda, cabreada, aturdida, a la vez. Mierda no, no puede ser sólo un sueño. En mitad de mi habitación estoy quieta, ausente, perdida, mirando las sábanas, las sombras. Me llena todo lo que estaba soñando, la calidez, las sensaciones, las palabras que acababa de oír y los gestos.
Injusto, de repente me parece insoportablemente injusto que no pueda seguir viviendo lo que me golpea como algo onírico, que no sea mi presente de verdad, que de desvanezca. Siento un deseo interno irrefrenable de agarrrarme a sus últimos jirones. Siento ganas de llorar -la primera vez al despertar una mañana- y he de tragar saliva para no hacerlo. -Joder, joder no...joder, joder, joder...joder...- lo repito, difusa en la semioscuridad, enfadada, desesperada, confusa, suplicante.
Algo dentro de mí -algo automático- decide que tengo que moverme -dejar de hacer la estatua con un signo de interrogación ? invisible encima de la cabeza-. Respiro, abro la puerta y salgo al umbral. Voy pensando de camino al cuarto de baño en algo parecido a una queja dirigida al algo o alguien que permite que éstas cosas sucedan.

10:57
No hay leche. El paquete del frigo tiene tres dedos y en el mueble no quedan cartones. Afuera, a la despensa que se entra x la terraza, no puedo ir a buscar porque están los albañiles trabajando. Me siento estúpida con el cazo en la mano y el paquete de leche dudando entre irme sin desayunar o calentarme los tres dedos que viene a ser más o menos lo mismo. Me puede la conciencia cívica y saludable que hace acto de presencia de vez en cuando y vierto el contenido del cartón en el cazo. Buenos días Granada.

11:04
Busco las pastillas que tengo que tomarme todos los días (y además de verdad, son para el resto de mis días -ya me he acostumbrado a la idea-), después de que se me enreden unas cuantas veces los dedos en la caja tratando de sacar el cartoncillo, se me cae la pastilla al suelo. Creo que al final la he encontrado debajo de la mesa, ¿limpia? sí, un poco de polvo que se quita con un dedo y lista; menos mal que no tengo mucho que desayunar, se me está haciendo tarde.

11:27
De vuelta al cuarto de baño. Me miro en el espejo, algo despeinada pero hoy lo vamos a dejar así (no sé porqué pero le pega a mi estado de ánimo), ojos más verdes de lo habitual (habrá sido el despertar que me los ha aclarado), camiseta marrón claro de manga larga y encima camiseta de manga corta verde militar-cuello redondo. Eso es lo que se ve, de ahí para abajo vaqueros negros y calcetines grises con el dibujo de una canasta de baloncesto, violeta el aro con la red, verde el balón. Me pongo una chaqueta de cuero negro, unas zapatillas grises y la mochila (que más hecha mierda no puede estar) al hombro. Buenos días L.

11:45
Camino x el barrio marginal que hay entre mi casa y el comienzo del campus. Sola, como siempre. Hoy no hay mucho movimiento que saludablemente ignorar, ni me encuentro al perro callejero blanco con ricitos arremolinados -monísimo- al que sin saber exáctamente porqué llamo desde el primer día que lo ví Fluflú -coherente que es una-.
Una parte mí se encuentra en algún estadío del sueño, las otras van pensando en una palabra y su significado -asentimental-, y en que esta tarde me apetece correr igual que ayer, superar los 3'5km y el sudor de la camiseta, mientras oigo la radio. Correr hasta que me falte la respiración y yo sólo sea un charco.

12:10
Estoy sentada en una postura bastante masculina la verdad, en el asiento de una esquina de los potros de tortura que son las mesas de mi facultad; llega T. y me levanto para que se siente a mi derecha.

12:14
T. me mira los apuntes tratando de traducir de mi letra alguna palabra que se le ha escapado. Me mira a mí. -¿No van las cosas mejor?- pregunta, -no- digo. Yo miro al mármol del suelo, a los folios, más allá de la profesora entre algún punto impreciso entre ella y la pared, lo observo todo desde fuera. T. no abandona -¿cómo estás, nena?, -estoy- respondo, -no, estás pero no estás, se te nota mucho que no estás- me asegura. Ayer también me lo dijo R. le digo, en realidad hace unos días que toda alma viviente que se cruza conmigo me lo dice -asentimental pienso-.

12:47
Me pinchan en el brazo con un boli, veo las estrellas y alguna galaxia. Es T. a la carga -anímate-. Hago gala de mi sentido del humor cuando estoy fuera de todo -porque así es como estoy, pienso, me he situado cuanto soy capaz fuera de todo, ni bueno ni malo, simplemente fuera- pero ignora mi frase insinuante "ay...anda, date con el boli en el...".

13:20
No se conforma. A veces, aunque yo tenga ganas de tranquilidad, que bien me cae esta chica. -Que te animes, que no estás-, silencio mío. Una mano suya aterriza suave en mi pierna, y me mira -¿me lo vas a contar?. Mi respuesta es una sonrisa, ella entiende que no tengo ganas de hablar de nada excesivamente personal x muy amiga que sea, incluido mi estado de ánimo -asentimental, recuerdo-. Aún así no sólo no se mete o da con el boli en ningún sitio, sino que sigue dándole a mi maltrecho brazo. Yo prefiero dedicarme a hacer dibujos abstractos en mi parte de la mesa, acordándome de vez en cuando de copiar las transparencias.

13: 41
Me pregunto si saldré esta noche con mis amigos, y descubro que la respuesta que me apetece es que no. X una parte podría tomarme unas cañitas con mis amigos no-alcoholicos y dar un poco la nota, pero sé que yo esta noche no me conformaría con un par de cañas, y no acaba de gustarme la idea. Además paso de que más gente me diga con sólo echarme un vistazo que estoy ausente, triste o no saben qué. Imagino que L. me entenderá, a pesar de haberle dicho antesdeayer que sí; o eso o me dará dos ostias x haberme quedado en casa, que también es posible.

13: 44
El último dibujo abstracto que he hecho me ha salido precioso.

relog arena2.jpg

Escrito por Atlanthis.....21 de Noviembre 2003 a las 02:44 PM
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