Antes le decía a alguien que tal vez a veces lo más sincero que sale por nuestra boca es lo que escribimos cuando las palabras adecuadas inundan nuestros dedos.
También, en este camino mío que como todos me esfuerzo en llevar de la mejor manera, me he dado cuenta de que para alcanzar aquello que creemos imposible, a veces hay que intentar lo absurdo.
Que un silencio dice mucho.
Sabes que la vida es sumanente extraña. Que jamás dejas de desear cosas. Y no me refiero estrictamente a cosas materiales.
Tus amigos siguen con sus vidas. Tú con la tuya.
Y tienes esos sueños, esos sueños que algunas mañanas al despertar te taladran la cabeza.
Abrazas las noches cálidas junto a ella. Saboreas lentamente la paz cuando la tienes en las manos. Y a veces cierras los ojos....dejas que la brisa te acaricie el pelo....y piensas......
El interior de cada uno de nosotros es como una gran mansión, com múltiples habitaciones, cada una con su historias, su polvo y sus muebles, libros, luz.
Hay habitaciones donde no entramos.
Hay días que piensas que nunca acabarán de lo buenos que son.
Miradas que te subyugan desde sus ojos.
Existen días que ves que el tiempo ha pasado volando.
Otros, en que se detiene.
Conoces muchos instantes en que ésa sonrisa brota de tus labios infinitamente feliz.
Otros que no entiendes demasiado ded algunas cosas.
Siempre, sabes que ella es tan parte de tu alma que no sería suficiente decir que la amas con todo tu ser.
A veces, te preguntas porqué tú eres como eres.
Me encantaría poder decirte
que este calor que llevo dentro
me está matando,
que tengo escalofríos,
que este fuego que no sale
va a acabar conmigo,
pero tú no quieres escucharlo.
Que te deseo como jamás nadie lo ha hecho,
que te deseo como mujer,
como alma,
como mente entregada totalmente a mí,
a mi dominios, a mi piel, a mis manos, a mi boca,
a todo lo que quiera hacer contigo, sí,
que me asesinan las ganas de que cometas
todas las fantasías que anheles conmigo,
y todo junto me desgarra,
me envenena, me subyuga.
Pero yo no sé como decirlo.
A tientas detrás de tí,
a tientas.
En la oscuridad voy siguiendo tus pasos,
te persigo,
intento seguirte tras ese camino incierto
a donde me llevan tus pies.
En la oscuridad, siempre,
de mis deseos que se vuelven torpes
al chocar con mis palabras y mis manos
que solo quieren esbozar una caricia
que haga que tu andar se detenga
y quede frente a mí, quieto
suspirante como mi aliento contenido
cada vez que te tengo en mis ojos
y me dedos se enredan,
y se caen, y se embrollan
con lo que queda de luz
en la penumbra de mi corazón a tientas
tras tu sombra que se le escapa
como jirones de aire que quiere abrazar,
y besar, acariciar eternamente,
amar,
y se le escapa antes de que logre
vencer sus nervios,
vencer sus miedos,
de que te escurras como el papel mojado
que se deshace cuando quieres tocarlo.
A tientas sueño con ir sobre tu piel,
redescubriéndola,
haciéndola mía de nuevo,
proyectándome sobre ella,
llenándola de mí, sí,
aunque se me pierda el cómo
de tantos como tengo,
de tantas ensoñaciones contigo
que pueblan mi cabeza,
mi mente, mi alma, mi todo,
sueño en sueños oscuros
que esa oscuridad se disipa
y te encuentro en ese rincón donde
sólo existo yo en tu mente,
en tu alma, en tu todo,
en tu cuerpo...
que sólo deseo explorar de nuevo
como si fuera la primera vez que lo hiciera,
sin prisas, sin necesidad de palabras
ni de porqués,
sin necesidad de excusas,
yendo a tientas por este amor
que sólo me susurras tú,
con cada caricia,
con cada escalofrío que rompe mi fragilidad en mil
cada vez que me rozas.
A tientas, sí, a tientas
voy buscando el momento,
subyugando el tiempo,
recomponiendo los instantes,
porque es esta necesidad, mi vida,
la que me traspasa por dentro
hasta los confines más impensados
de mi ser,
que sólo tú llenas,
aunque no sé si eso lo sabes,
aunque no sé si te lo he dicho
más que con estas torpes palabras mías
que se derriten ante la simple imaginación
de un beso entre tus labios y los míos,
entre el tacto de mi cuerpo en tus dedos,
la necesidad de que me sientas por dentro,
dentro de tí, dentro,
y me siga abriendo paso por tu alma a tientas,
hasta ver la luz en tus ojos, brillando,
mirándome.
Siempre me quedaran aquellos días,
los días de lluvia que miraba por la ventana
y me dabas un abrazo en el sofá,
los días que me hacía ilusión
que me recogieras de la escuela,
los días en que eras la mujer más guapa del mundo
y me encantaba el jersey que llevabas puesto.
Siempre te escucharé con tu voz cálida
en mi mente,
tus palabras como besos
y aquella sonrisa,
siempre tendré el mar que sé que te gustaba,
el olor en la cocina,
el sonido de una canción en tu boca,
al final el tiempo me devolverá
las horas en calma
que un día me arrebató,
las guardaré
ahora que ya no están, en mi memoria.
Como tu mano en la mía
cuando me daba miedo la oscuridad.
Siempre me quedará un recuerdo.