Me duele el golpe en el hueso debajo de la ceja izquierda, en el filo de la cuenca del ojo. Es agradable pasarme la mano fría x ahí, acariciarme la ceja -un gesto característico mío- pero me sigue doliendo. Hay que tener cuidado con las esquinas de las puertas.
Y los dos dedos, también de la mano izquierda, que me pillé antesdeayer entre las dos hojas de la ventana.
No la entiendo, para que nos vamos a engañar. Sí, es cierto, a la vez también la entiendo, pero no...no, no sé porqué una persona es capaz de hacer -o no hacer- ciertas cosas, cómo puede sostener ciertas actitudes...cómo a veces, estamos tan ciegos. No sé.
No conocía al padre de mi amigo, x extraño que parezca. No lo había visto nunca. Y hoy le miraba a los ojos, de pie en la Iglesia, tragándose las lágrimas x dentro, diciéndo todo sin decir nada, sólo un abrazo, una sonrisa torcida. No iba a ir, no me gustan las misas de muertos, aunque sea necesario, aunque lo entienda. No podía tirar más de mi día, pero he ido. Me encantan las Iglesias, me ha caído bien hasta el sacerdote, hacía tiempo que no asistía a la liturgia con la amiga que tenía sentada al lado -desde su confirmación creo, y llegue tarde- pero...no sé...tenía ganas de llorar x dentro, y no le conocía, y no tenía palabras para mi amigo, para eso, x mucho que se quiera ver lo contrario, no las hay.
Esperando al autobus he cerrado los ojos, ¿y si mi madre es la próxima?. Lo sé, sí, yo soy así, en un segundo puedo ver en mi mente con la claridad de una película mis pies detrás de un banco delante del altar, temblando total y absolutamente -x algo un test dice que mi imaginación sólo la tiene el 0'1% de los españoles-. Preguntándome si mi mano la apretaría ella entre las suyas, erguida en su papel de pareja. No sé...la miro y me da miedo, vértigo...ya no sé que más podemos hacer...y tiene que haber algo....tiene que haber algo que podamos hacer...No quiero llorarla, esa es la verdad, no quiero tener que llorarla..., pero está al borde, y no sé...no sé.
Cuando quieres un abrazo tienes escalofríos en los hombros.
Cuando deseas que te besen te falta algo dentro de la boca.
Me encanta sentir el calor de las sábanas en las cama. Tantas, tantas cosas seguirán pasando, que quizás las cosas no nos cambien tanto. Me gusta el sonido de mi habitación. Después de elegir la vida a la muerte estoy en equilibrio conmigo misma. Muchas mañanas camino hacia la facultad cantando. No lo hago tan mal.
No sé.