Despues de morir un poco en mis dedos en el sofá, me he levantado ausente hasta de mí, para ver en la ventana prendida de un cielo anaranjado, la primera estrella de la tarde, Venus.
Minutos más tarde el agua caliente resbalaba entre mis manos, sobre mis muñecas, mojándome los puños de la camisa.
La habitación en penumbra, callada en sus sombras, me ha visto desear una botella de cerveza, una mujer cubriendo mi espalda y mi sexo, algo que apague la sed de mi boca, seca. El solitario crepúsculo tras los cristales, me ha visto poner Black Magic Woman (Santana) en el equipo.
